
Tiene como fin la gloria de Dios por medio de la santificación personal de sus propios miembros mediante la oración y la colaboración activa a la obra de la Iglesia y de María.
Al servicio de la Comunidad parroquial, para cualquier obra social o de acción católica que, a juicio del párroco y de la autoridad eclesial, pueda contribuir al bien de la Iglesia.